jueves, 26 de junio de 2008

Mi chelo y yo


En el último Bafici, uno de los tantos documentales que se proyectaron fue Wild Combination, sobre la vida y obra de Arthur Russell, un gran músico que, pese a las reediciones de parte de su basta obra, todavía permanece en las sombras para la gran mayoría. A continuación, un humilde aporte para rescatar su figura del anonimato, en un breve repaso.

Arthur Russell vivió sólo cuarenta años. Una vida muy corta pero que no ha sido desaprovechada en absoluto. Repasemos: nació en el ’52 en un pueblito rural de Iowa, cuando tuvo edad suficiente se fue a San Francisco donde se unió a un retiro espiritual en una comuna budista, luego fue a parar a Nueva York siendo aquella su etapa avant garde, en la cual se codeó con gente como Allen Ginsberg, David Byrne (Russell casi llegó a ser un Talking Head) y Phillip Glass, y en los 80’s se involucró en la escena disco, componiendo varios singles precursores en el género (también indagó en el dance y el house) y fundando un sello discográfico (Sleeping Bag Records). Y luego recién entonces murió de Sida en el ’92.

Russell, sin embargo, era chelista y con ese instrumento, mezcla de contrabajo y violín, hizo de todo. Gracias a una formación clásica, incursionó en la música de cámara, barroca y minimalista pero no se quedó ahí. El constante impulso experimental lo llevó a distorsionar y procesar con mil efectos su chelo maltratado hasta hacerlo sonar a otra cosa, como un bajo funky o una guitarra con feedback o directamente como algo irremitible, sólo ecos y sonidos abstractos. Para las bases rítmicas también se valió de percusiones africanas y máquinas de ritmo, adentrándose así a la música electrónica. Aunque la mayoría de sus composiciones son instrumentales, no nos olvidemos de su voz, dulce y profunda (similar a la de Nick Drake), que impregnó de sensibilidad las melodías de sus canciones más pop.

Prolífico y obsesivo, Russell podía pasarse años trabajando en una canción y aún así esa minucidad no evitó que dejara más de mil cintas inéditas al morir, más allá de que cuarenta de ellas hayan sido de diferentes mezclas de un mismo tema.

Tower of Meaning (1983) y World of Echo (1986) fueron sus primeros discos oficiales; instrumentales en el primer caso, canciones formato voz-chelo en el segundo. El resto de las ediciones son numerosos compilados póstumos (que sin duda irán aumentando dado el inmenso legado que dejó), la mayoría del 2004. Se destacan Calling Out of Context y Another Thought (aunque ese es del ’94) que se concentran en su costado más pop y accesible (si se quiere), y la colección de singles disco y dance The World of Arthur Russell.



Trailer del documental Wild Combination


http://www.myspace.com/anotherthought

1 comentario:

Anónimo dijo...

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